Movidos por el viento fuimos aquel día,
Mi corazón funcionaba a trompicones, resuena el caballo en mi interior,
Al segundo de cruzar miradas decidí que jamás iba a sentir contigo,
Me dejé llevar guiada por un alcaudón verdugo en pleno vuelo,
Creyendo que algo nos había unido, cuando realmente fuiste tú quien apostó por mí,
Yo me dejé, dejé mi corazón portando aquella cerradura de azar que, con cualquier llave, aun siendo hueca, alcanzaría a verme.
Dejarse conocer y olvidar no es amistad, es duelo,
Pronto llega esa inocente sensación de tener capacidad de elegir,
Cuando me estaba dejando vencer por aquello de no merecer.
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