martes, 30 de junio de 2020

La verdad.


Hace tiempo escribí un artículo realmente hermoso sobre lo que creía que era la verdad, el título me hace recordarlo. Retomando lo de ayer, el último fin de la vida es alcanzar la felicidad y encontrar “nuestra propia verdad”, esta frase es inherente en las novelas de misterio.

La verdad sobre el caso de Harry Quebert me ha fascinado, no por ser una obra maravillosamente construida que deja sin aliento hasta la última página, sino que realmente te hace reflexionar acerca del éxito y de cómo podemos anteponer absolutamente todo para conseguirlo. Refleja el deseo que tenemos todos por satisfacer nuestras ansias de realizarnos, de llegar siempre lo más lejos, aunque a veces, teniéndolo absolutamente todo se sufren arrebatos de ira que terminan por arruinarlo todo. Con ello quiero decir, que la novela es muy humana y como tal, el hilo inicial y último es el amor y como no, el arte de escribir.

La literatura y el amor siempre van de la mano pues cuando te falla uno, el otro es necesario para olvidar, olvidar lo que hicimos, olvidar cómo éramos, olvidar hasta lo que nunca llegó a ser cierto, olvidar hasta lo olvidado.

En sí, la trama de la novela podría decirse que es una guía para saber usar bien las armas de las que dispones (tú, tus manos y el saco de boxeo, un golpe hacia el éxito) para poder llegar a ser exitoso escribiendo, aquí no vale esquivar.

Al final, como ocurre en la vida real, la persona más despreciable se vuelve la más hermosa, también muestra que no todo es cómo pensamos que es, nadie es del todo bueno ni malo, nadie no es digno de merecer otra oportunidad para descubrir su verdad.




domingo, 28 de junio de 2020

American Beauty (1970).

Mira por cualquier ventana, cualquier mañana, cualquier atardecer, cualquier día, quizá el sol esté brillando, los pájaros cantando o la lluvia esté cayendo desde un cielo gris pesado.

El amor como esta película remueve diversos sentimientos y deseos ocultos. Este, llega a agitar tu vida removiendo con ella otros deseos que muchas veces son reprimidos por la forma de vida y sociedad que nosotros mismos hemos construido.

Parece que la única meta en la vida es alcanzar la realización personal, pero ¿en qué consiste esta? En alcanzar el éxito.

Sin embargo, yo humildemente creo que el fin de la vida es llegar a ser felices, y así queda reflejado en la película. La rutina, la estructura familiar, el estrés, el agotamiento pueden apartarnos de esta meta que día tras día se vuelve más difusa. Dicho agotamiento, nos acaba matando, y no hay cosa peor que sentirse pobre de espíritu, muerto en vida, vagabundo en un mundo sin ilusión alguna.

Aristóteles decía que para alcanzar la felicidad hay que estar satisfecho en tres niveles: en el placer y diversión, en la responsabilidad con la sociedad y en paz consigo mismo (cuerpo y mente; no olvidar reflexionar y seguir estudiando, investigando, todo animal es un explorador nato). La gran pregunta es, ¿cuál es el pilar de todo esto? ¿qué nos impulsa a ser mejores personas, ciudadanos y a sentir motivación en esta vida?
El amor, el deseo y el sexo es un motor indispensable para que exista la vida, sin ello, nos transformamos en entes, fantasmas sin sentimientos, plagados de odio.

¿En qué momento dejamos de preocuparnos por nosotros, por nuestras relaciones, por alcanzar el bienestar óptimo valorando más los objetos y el dinero? ¿En qué momento dejamos de reír y sentir? En esta vida, con toda la belleza que hay es imposible estar enfadado con el mundo, pero a veces, estamos presos en una vida mal elegida en una rutina o trabajo que nos asfixian sin darnos cuenta.
Otras reflexiones son, ¿la vida sin amor realmente existe? y ¿realmente se puede vivir en pareja indefinidamente y ser feliz?

Obviamente la vida sin amor puede existir, pero como he mencionado antes, serías un ente muerto en vida, por lo que realmente no vivirías.

La segunda es una pregunta un tanto controvertida, yo siento que al final el amor perdura y que gracias a la memoria del corazón se eliminan los malos recuerdos y se magnifican los buenos, quizá creamos una “realidad” o una “idealización” de la otra persona que no es del todo real. Llegará un momento que despertarás, fallarán en cosas que tú crees importantes y esto te hará daño, descalabrando uno de los pilares bases para ser feliz, por lo que quizá si no sientes el amor no tienes motivación para investigar, alcanzar la realización personal o incluso ser un buen ciudadano, o quizá, comiences a exacerbar el resto de cualidades haciendo que el equilibrio de las partes no esté compensado, cayendo en el agotamiento y en un vacío existencial.

Es por ello, que desde mi punto de vista no solo basta con “estar bien contigo mismo” puesto que la felicidad no es un valor individual, importan las relaciones que tengas con el resto, importa el contexto social en que vivas, importa sentir amor y no solo propio.

Hoy parece que el tabú realmente, es buscar o hablar de amor y lo que prima es el sexo. No es uno sin el otro, deben coexistir los dos. Esto es, ¿estamos acabando con el amor, es decir, con la vida?
Últimamente, muchos artículos alzan la voz corroborando que somos la sociedad más inmersa en la depresión y en la soledad. Y todo ello, es porque estamos primando el individualismo olvidando que una sociedad, una persona no es nadie sino tiene relación con el resto.

Quizá creamos tener más libertad cuando realmente estamos perdiendo el motor y para algunos esencia y combustible de la vida, el amor, cohesión y fuerza de superación, es necesaria la empatía, el saber perdonar, el saber amar debidamente, no dejar tiradas a las personas por una conversación desafortunada.

Una persona se conoce con el tiempo, con esfuerzo, pasando por momentos buenos y malos. “El hecho de que alguien no te amé como tú quieras, no significa que no te amé con todo su ser” la comprensión, confianza y lealtad es imprescindible para una relación realmente sana, y son valores que se tardan en conseguir. Sin embargo, la inmediatez a la que estamos acostumbrados en este siglo quizá estén cambiando esta percepción.

No con esto quiero decir que todas las personas merezcan la pena, he aquí el criterio y las vivencias de cada uno, pero no olvidar que el mayor anhelo es el amor, hay hacer de él una hermosa conquista, hacer que sea la única ambición pues sin él no alcanzaremos el equilibrio de las partes y, por tanto, no llegaremos a ser felices. ¿Por qué entonces, esta tendencia a estar cada vez más aislados en una sociedad hiperconectada?

Después de los hombres habrá otros hombres. Después de los libros, hay otros libros. Después de la gloria hay otras glorias. Después del dinero, hay más dinero. Pero después del amor, no queda más que la sal de las lágrimas.



Es un arma de doble filo, algo que tampoco hay que olvidar, por ello quizá estamos dejando de ser valientes, estamos intentado evitar alcanzar el amor para no romper nuestros frágiles corazones. Sin embargo, “dicen que el tiempo y el olvido son como hermanos gemelos, que vas echando de más lo que un día echaste de menos”.




lunes, 22 de junio de 2020

AQUÍ TE AMO.

Aquí, a lado del río junto a los oscuros pinos, es donde el viento me desenreda el olvido. Pasan días iguales sin ningún tipo de esperanza a que vayamos a salir inertes de esta prisión pura heredera del día destruido. Yo solo quiero salir de este bucle, de esta confusión tan enorme que hay en mi alma.

Ayer creí escuchar gaviotas desde mi puerto vacío, estás demasiado alejado. Amo lo que no tengo, temo por lo que quiero.
Suena, resuena el mar lejano, recuerdo la vez primera que noté tu mano sujetando la mía, la noche se volvió espléndida, ya nada ni nadie me importaba, éramos tú, yo y la música.
Tus ojos, tus labios, nuestros cuerpos, esos besos que jamás se dieron, esa inocencia, mi corazón sin rumbo al borde del precipicio. A veces amanezco, y hasta mi alma está húmeda.

En este puerto vacío y olvidado me quedo a la espera 
de tus besos que me fueron robados, a la espera de alguien que sepa amarme. Aquí en la orilla del mar del recuerdo, me sentaré, mirando al horizonte, esperando. Desde allí te amé, te amo y te seguiré amando sombra del pasado. Vuelve pronto.

XVIII. Basado en un poema de Pablo Neruda.