domingo, 28 de junio de 2020

American Beauty (1970).

Mira por cualquier ventana, cualquier mañana, cualquier atardecer, cualquier día, quizá el sol esté brillando, los pájaros cantando o la lluvia esté cayendo desde un cielo gris pesado.

El amor como esta película remueve diversos sentimientos y deseos ocultos. Este, llega a agitar tu vida removiendo con ella otros deseos que muchas veces son reprimidos por la forma de vida y sociedad que nosotros mismos hemos construido.

Parece que la única meta en la vida es alcanzar la realización personal, pero ¿en qué consiste esta? En alcanzar el éxito.

Sin embargo, yo humildemente creo que el fin de la vida es llegar a ser felices, y así queda reflejado en la película. La rutina, la estructura familiar, el estrés, el agotamiento pueden apartarnos de esta meta que día tras día se vuelve más difusa. Dicho agotamiento, nos acaba matando, y no hay cosa peor que sentirse pobre de espíritu, muerto en vida, vagabundo en un mundo sin ilusión alguna.

Aristóteles decía que para alcanzar la felicidad hay que estar satisfecho en tres niveles: en el placer y diversión, en la responsabilidad con la sociedad y en paz consigo mismo (cuerpo y mente; no olvidar reflexionar y seguir estudiando, investigando, todo animal es un explorador nato). La gran pregunta es, ¿cuál es el pilar de todo esto? ¿qué nos impulsa a ser mejores personas, ciudadanos y a sentir motivación en esta vida?
El amor, el deseo y el sexo es un motor indispensable para que exista la vida, sin ello, nos transformamos en entes, fantasmas sin sentimientos, plagados de odio.

¿En qué momento dejamos de preocuparnos por nosotros, por nuestras relaciones, por alcanzar el bienestar óptimo valorando más los objetos y el dinero? ¿En qué momento dejamos de reír y sentir? En esta vida, con toda la belleza que hay es imposible estar enfadado con el mundo, pero a veces, estamos presos en una vida mal elegida en una rutina o trabajo que nos asfixian sin darnos cuenta.
Otras reflexiones son, ¿la vida sin amor realmente existe? y ¿realmente se puede vivir en pareja indefinidamente y ser feliz?

Obviamente la vida sin amor puede existir, pero como he mencionado antes, serías un ente muerto en vida, por lo que realmente no vivirías.

La segunda es una pregunta un tanto controvertida, yo siento que al final el amor perdura y que gracias a la memoria del corazón se eliminan los malos recuerdos y se magnifican los buenos, quizá creamos una “realidad” o una “idealización” de la otra persona que no es del todo real. Llegará un momento que despertarás, fallarán en cosas que tú crees importantes y esto te hará daño, descalabrando uno de los pilares bases para ser feliz, por lo que quizá si no sientes el amor no tienes motivación para investigar, alcanzar la realización personal o incluso ser un buen ciudadano, o quizá, comiences a exacerbar el resto de cualidades haciendo que el equilibrio de las partes no esté compensado, cayendo en el agotamiento y en un vacío existencial.

Es por ello, que desde mi punto de vista no solo basta con “estar bien contigo mismo” puesto que la felicidad no es un valor individual, importan las relaciones que tengas con el resto, importa el contexto social en que vivas, importa sentir amor y no solo propio.

Hoy parece que el tabú realmente, es buscar o hablar de amor y lo que prima es el sexo. No es uno sin el otro, deben coexistir los dos. Esto es, ¿estamos acabando con el amor, es decir, con la vida?
Últimamente, muchos artículos alzan la voz corroborando que somos la sociedad más inmersa en la depresión y en la soledad. Y todo ello, es porque estamos primando el individualismo olvidando que una sociedad, una persona no es nadie sino tiene relación con el resto.

Quizá creamos tener más libertad cuando realmente estamos perdiendo el motor y para algunos esencia y combustible de la vida, el amor, cohesión y fuerza de superación, es necesaria la empatía, el saber perdonar, el saber amar debidamente, no dejar tiradas a las personas por una conversación desafortunada.

Una persona se conoce con el tiempo, con esfuerzo, pasando por momentos buenos y malos. “El hecho de que alguien no te amé como tú quieras, no significa que no te amé con todo su ser” la comprensión, confianza y lealtad es imprescindible para una relación realmente sana, y son valores que se tardan en conseguir. Sin embargo, la inmediatez a la que estamos acostumbrados en este siglo quizá estén cambiando esta percepción.

No con esto quiero decir que todas las personas merezcan la pena, he aquí el criterio y las vivencias de cada uno, pero no olvidar que el mayor anhelo es el amor, hay hacer de él una hermosa conquista, hacer que sea la única ambición pues sin él no alcanzaremos el equilibrio de las partes y, por tanto, no llegaremos a ser felices. ¿Por qué entonces, esta tendencia a estar cada vez más aislados en una sociedad hiperconectada?

Después de los hombres habrá otros hombres. Después de los libros, hay otros libros. Después de la gloria hay otras glorias. Después del dinero, hay más dinero. Pero después del amor, no queda más que la sal de las lágrimas.



Es un arma de doble filo, algo que tampoco hay que olvidar, por ello quizá estamos dejando de ser valientes, estamos intentado evitar alcanzar el amor para no romper nuestros frágiles corazones. Sin embargo, “dicen que el tiempo y el olvido son como hermanos gemelos, que vas echando de más lo que un día echaste de menos”.




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