Aquí, a lado
del río junto a los oscuros pinos, es donde el viento me desenreda el olvido.
Pasan días iguales sin ningún tipo de esperanza a que vayamos a salir inertes
de esta prisión pura heredera del día destruido. Yo solo quiero salir de este
bucle, de esta confusión tan enorme que hay en mi alma.
Ayer creí
escuchar gaviotas desde mi puerto vacío, estás demasiado alejado. Amo lo que no
tengo, temo por lo que quiero.
Suena,
resuena el mar lejano, recuerdo la vez primera que noté tu mano sujetando la
mía, la noche se volvió espléndida, ya nada ni nadie me importaba, éramos tú,
yo y la música.
Tus ojos,
tus labios, nuestros cuerpos, esos besos que jamás se dieron, esa inocencia, mi
corazón sin rumbo al borde del precipicio. A veces amanezco, y hasta mi alma
está húmeda.
En este
puerto vacío y olvidado me quedo a la espera
de tus besos que me fueron robados, a la espera de alguien que sepa amarme. Aquí en la orilla del mar del recuerdo, me sentaré, mirando al horizonte, esperando. Desde allí te amé, te amo y te seguiré amando sombra del pasado. Vuelve pronto.
de tus besos que me fueron robados, a la espera de alguien que sepa amarme. Aquí en la orilla del mar del recuerdo, me sentaré, mirando al horizonte, esperando. Desde allí te amé, te amo y te seguiré amando sombra del pasado. Vuelve pronto.
XVIII. Basado en un poema de Pablo Neruda.
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