jueves, 17 de septiembre de 2020

Dejar de sufrir es una decision

Leer siempre fue su fortaleza, pero escribir era el palacio interior donde escondía aquel pequeño demonio que la hacía vulnerable, triste y silenciosa a la vista de los demás. 

La tristeza que no sabia siquiera cuál era su origen,la arrasaba y destruía poco a poco como una pequeña llama que inicia su camino siendo una mínima molestia hasta convertise en un dolor fuerte a la par que real. Sin embargo, escribir le ayudaba a despejar y obviar al diminuto fuego, le hacía encontrar su verdadera esencia.

En definitiva, la lectura la fortalecía mientras que la escritura lograba recomponer y sanar hasta las piezas más diminutas de su alma rota, destruida a martillazos en un acto de desconsideración, apatía y frialdad.

La literatura y escritura le hacían sentirse bien, sin embargo, cuando regresaba de esos viajes volvía a sentirse hundida en un mundo y una vida que poco le importaba la reconstrucción y mejora de un ser en profundidad. En aquel lugar, los ingenieros de exteriores eran los más populares, mientras, la gente vivía en una prisión lúgubre, fría, vacía. 





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