miércoles, 21 de julio de 2021

Ambigüedad. Poner etiquetas.

 

No hay nada peor que estar enamorada de alguien que no quiere. Sé que la única solución es dejar de pensar, hablar y ver, pero eso supondría estar aún más sola de lo que ya estoy. Tomar decisiones radicales suponen consecuencias abismales, yo siempre lo veo como pedir un deseo a un genio, por mucho que pidas siempre hay algo en lo que no piensas. Y es imposible saber qué pasará, si hacer esto u otro supondrá un mayor o peor impacto en ti, en el resto.

Me encantaría mirar hacia otro lado. Hacer como si muchas cosas no estuvieran pasando. Pero me angustia, porque yo no soy así, siempre creo que hay que cambiar para crecer, para aprender, porque quizá solo así, se logre menor equivocación. Todo se basa en alcanzar el equilibrio, en todo el planeta, en cualquier relación entre personas, entre otras especies, con nosotros mismos, con nuestro hogar.

Por ello, no creo en blancos ni en negros totales, estoy siempre buscando el punto intermedio, que igual es lo que cuesta porque en nuestro razonamiento cotidiano es fácil categorizar todo en el lado bueno o en el lado malo, ¿pero si hago las cosas medio mal no es también que lo estoy haciendo medio bien? ¿ es la ética de cada cual de mayor incoherencia por estar en los extremos, en el centro o más o menos alejada de este?

Y en eso estoy, intentando ser lo más coherente cuando quizá no exista ese punto. Pretendiendo: estar sin estar con alguien, creer que lo que hago sirve sin ver resultados, aceptar críticas sin tener todos los datos, abordar situaciones que ni siquiera entiendo, decir que quiero sin saber lo que no quiero, llorar ahogando las lágrimas, echar de menos algo que nunca me ha pertenecido, cambiar sin moverme, intentar buscar cuando ya he encontrado, enamorarme sin conocer...


No hay comentarios:

Publicar un comentario