Como dije en el artículo de la semana pasada, este tema me parece
importante para hablar, no afecta en todo y sin embargo no nos hablan nunca de
ello.
La leche, los
huevos y la carne que compramos en sus respectivos envases procede de un animal,
pero; ¿Dónde ha sido criado? ¿Qué condiciones tenía? ¿Con qué ha sido
alimentado?
La carne que
tenemos al alcance, con la que son abastecidos todos los supermercados del mundo,
es carne procedente de granja factoría o ganadería intensiva.
El término de
Granja Factoría da nombre a un tipo de cría de alta concentración, donde dicha
granja funciona como una fábrica. La gran diferencia es que no se confeccionan
camisas, blusas o zapatos sino que se crían seres vivos, ANIMALES.
La cría industrial al utilizar procesos completamente mecanizados supone
una producción mayor, de bajo costo y menos tiempo, además de los numerosos
problemas que plantea como: la eficiencia de la producción y el bienestar los
animales, el impacto ambiental y los riesgos para la salud.
Los cerdos, pollos y vacas se encuentran hacinados en naves
superpobladas donde apenas pueden darse la vuelta, padecen tensión, estrés, depresión,
aburrimiento, están condenados a cadena perpetua, a vivir entre muros para ser
asesinados.
Muchos de ellos son mutilados para evitar agresiones a otros
individuos.
Por supuesto está el tema de la dieta inapropiada para acelerar el
proceso de crecimiento.
En la actualidad, los pollos de engorde se crían para que crezcan
a un ritmo tan acelerado que pueden llegar a alcanzar el peso adecuado de
sacrificio en tan sólo 40 o 42 días, el doble de rápido que hace 30 años. Como
consecuencia de ello, el corazón y los pulmones se someten a tal esfuerzo que
alrededor del cinco por ciento muere de un ataque al corazón cuando todavía son
unas crías.
Las cerdas de cría son mantenidas en compartimentos interiores
(jaulas de gestación) durante la mayor parte de sus vidas adultas, donde solo
pueden permanecer tumbadas.
También se les suministra hormonas (aunque en algunos sitios se ha
prohibido como en la Unión Europea) y antibióticos que aumentan su tasa de
crecimiento y evitan la propagación de infecciones.
Como las leyes medioambientales, laborales y
relativas al bienestar animal se vuelven cada vez más estrictas en los países
industrializados, la cría intensiva se está desplazando a los países en vías de
desarrollo, donde todavía no hay regulaciones relativas a la protección de las
personas, los animales y el entorno. Por ejemplo, las grandes corporaciones de comida
rápida.
La producción y el transporte de los cultivos de forraje para animales, que contienen elevadas cantidades de proteínas y de energía, consumen recursos de agua, tierra y energía. Asimismo, la producción intensiva de forraje utiliza fertilizantes y pesticidas artificiales, contribuye a la desaparición de los hábitats de fauna salvaje y de la biodiversidad. Los excedentes de nutrientes que provienen de las granjas intensivas contaminan los ríos y lagos, incluso las aguas subterráneas y las de los mares, de modo que el ecosistema resulta dañado y los recursos de agua potable son contaminados. Asimismo, el sistema de cría intensiva también es una fuente importante de emisiones relacionadas con el calentamiento de la Tierra, la reducción de la capa de ozono y la lluvia ácida.
Pero aquí aparece una nueva forma de pensar, en la que creemos que
la ganadería contamina. Nada en la naturaleza contamina. Si nuestros rebaños
dañan el medio ambiente es porque han dejado de ser animales para convertirse en
recursos procesados en fábricas.
La ganadería holística. Es una mentalidad que trata de
no separar la naturaleza en partes sino de considerarla como un todo y tratar
de entender cómo funciona realmente.
Así se llega a la conclusión de que el mejor
rendimiento de la Tierra no se obtiene insuflando energía fósil y abonos
exógenos, sino utilizando el ganado de un modo semejante al que se utilizaría a
sí mismo en su ecosistema natural.
La naturaleza lo utiliza todo, no produce desechos. Por
tanto, si queremos que la ganadería sea sostenible, debemos abandonar como
primera medida la idea de maximizar el rendimiento económico.
ALTERNATIVAS:
Reducir el consumo de carne.
Elegir productos procedentes de cría extensiva o biológica.
Informar a conocidos y familiares.
Colaborar en campañas a su favor.
Priorizar la proximidad. ¿Es ecológico comprar carne de cerdo traída desde China a un precio imbatible?
Por último voy a aclarar varias cosas.
Biológicamente el ser humano está diseñado para consumir carne, necesitamos la vitamina B12 que se encuentra en la carne, lácteos y huevos.
Además formamos parte de un ecosistema basado en las cadenas alimentarias, por lo que comer carne o no en exceso desequilibra el ciclo.
Yo creo que hay que mantenerse informados como he dicho anteriormente, no hay que tomar decisiones extremistas que pueden dañar tu salud.
Si queréis saber más sobre esto, os lo dejo por AQUÍ.
Muchas gracias por leer este artículo, os espero la próxima publicación.
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