Estaba
merendando con un poco de música de fondo y me puse a pensar “¿El fin de las
cosas está en el comienzo?”. Esto surgió porque estaba mirando mil fotografías
y planteándome qué personas habían olvidado o permanecían en mi vida.
No miento
si digo que en el rostro de las personas con las que empezamos a vivir algo, se
puede ver el final que van a tener.

Es decir,
por mucho que cambiemos nuestra esencia estará allí, las transformaciones no
son infinitas y nosotros nunca acabamos de conocernos del todo bien (“cuando
todo va bien, un día tuerces una esquina y te tuerces tú también”).
En muchas
ocasiones no sabemos cómo vamos a reaccionar con otras personas, vivimos con
nuestras contradicciones, incoherencias y mil dilemas (“con el paso de los años
nada es como yo soñé) intentando encontrar nuestra verdad (“todo lo malo y lo
bueno caben dentro de un papel”).
No obstante,
esto no deja de ser una mera opinión, mucha gente me dirá que la evolución
personal de una persona es algo irrefutable (“la tristeza y la alegría viajan en
el mismo tren”), yo te diré que quizá tengas razón o quizá no, tampoco creo que
tengamos la certeza ni unos ni otros, ni todo es blanco ni todo negro, hay mil
matices entre medias (mientras la canción terminaba poniendo punto final a mis
pensamientos: ¿Quieres ver el mundo?, mira, está debajo de tus pies).
No hay comentarios:
Publicar un comentario